martes, 18 de agosto de 2009

Comentarios de prensa sobre: "Fragmentos de una Memoria".

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Revista latinoamericanade cultura y política



Europa, exilios. MEMORIA: FRAGMENTOS RECUPERADOS
Ana Fernández, licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires, nació en esa ciudad y vive en Bruselas. Ha publicado en numerosas revistas de Argentina –integró el Consejo de Redacción de algunas, como Barrilete y Cero– y suele colaborar en otras, de diferentes países. En 1965, obtuvo el Premio de poesía del Fondo Nacional de las Artes en Argentina y, con el seudónimo de Ana Vásquez edita La vida de golpe. En 1978, se ve obligada a elegir el camino del exilio. En Bruselas se incorpora al equipo de redacción de la revista Franja, entre 1980 y 1982, vinculándose al que hacer cultural belga. Podría decirse que este libro es la materialización de un gran sueño; el de miles de exiliados latinoamericanos cuya memoria tiende a desaparecer –porque poco se ha escrito sobre ello– y que Ana Fernández intenta rescatar del olvido.
Patricia Parga*
La autora es una mujer menuda y divertida, desborda energía a caudales. En tiempos de globalización, la memoria aparece como una urgencia a considerar. Y este libro, puede ser visto, precisamente, como eso: como un libro de la memoria y un obsequio que Ana Fernández ha tenido el coraje de ofrecernos.Un libro que recoge y valora nuestro modo de hacer historia, nuestro modo de ser inmigrantes latinoamericanos en Europa; nuestro modo de saltarle a la vida pese al dolor y de reencontrar la sonrisa y hacerse un espacio en un lugar tan distinto al del terruño. Este libro es también un acto de fe a la esperanza, para que el olvido no eche raíces y vuelvan a cometerse las barbaries que nuestros países vivieron.
Fragmentos de una memoria de una u otra forma, estaba escrito. Rondaba en la cabeza de muchos que nos hemos dedicado a la labor de registrar la historia de nuestros pueblos. Es un libro que nos sirve, además, para generar un espacio de sociabilidad, entre nuestras evocaciones de amor y desamor, aquellas que han andado antes que nosotros estos caminos. Lo que Ana Fernández plantea, por otra parte, es la posibilidad de pensar una ética a partir de la memoria. En momentos en que, desde la reflexión filosófica, la memoria se ha convertido en un objeto de preocupación. Muchos historiadores, incluso filósofos como Paul Ricoeur(1) hablan del trabajo de la memoria y a veces sugieren la expresión deber de memoria, porque el imperativo de recordar debería ser, de alguna manera, matizado por el trabajo científico, por el trabajo del historiador y –por qué no– por el del novelista. Por tanto, el deber de la memoria no es una cuestión absoluta, y quizás habría que poner bajo examen asuntos que se tendrían que privilegiar más. Simplemente considerar el contenido de su equivalente: la palabra "recordar", que viene del latín "recordari ", formado por re, de nuevo, y cordis, corazón. Recordar quiere decir mucho más que tener a alguien o algo presente en la memoria; significa "volver a pasar por el corazón". ¿Cómo fundamentar una ética a partir de la memoria? Emmanuel Levinas(2) dice que hay un aspecto de la subjetividad que es lo “inmemorial”, que hay una memoria que nos alcanza, que nos toca, que nos impacta en nuestra intimidad; una memoria que nos persigue, que nos demanda, que nos solicita desde el pasado, incluso desde un pasado que puede no ser el nuestro. La historia de los personajes de este libro los retrata cuando tenían entre 20 y 40 años, probablemente muchos de sus lectores no vivimos aquellos sucesos históricos en los que se ambienta y, sin embargo, de una manera particular sentimos que somos responsables por hechos que ni vivimos ni presenciamos y respecto de un tiempo que no es el nuestro. Esta paradoja de sentir responsabilidad por aquello que uno no ha hecho –en el sentido de sentirse responsable de recordarlo– y de trabajar en la persistencia de esa idea. Habitualmente la noción de responsabilidad en la ética tiene que ver con lo que uno hizo. Yo soy responsable de algo porque yo he hecho algo. Pero en el caso de las violaciones a los derechos humanos ocasionadas por las dictaduras militares latinoamericanas, somos responsables –tenemos la responsabilidad, la obligación– de seguir recordando aún incluso si eso sucedió en un tiempo que no es el nuestro. Esta paradoja ética –responsabilidad por un tiempo y por hechos trágicos a los que no asistimos– constituye el centro de una reflexión contemporánea. Hay una mirada de mujer que quisiera relevar y celebrar. No sólo porque la protagonista y la autora son mujeres, sino porque –por lo general– la militancia es un aspecto que persistentemente se revisa desde el punto de vista filosófico y los militantes aparecen un poco como los ángeles: misóginos. Como que el amor de pareja y todo lo que significan las relaciones afectivas no tuvieran espacio en su vida. Ana Fernández trata, así, un asunto del que poco o nada se ha dicho: el amor y el desamor de una mujer de desaparecido. El amor y desamor de uno que vivió la tortura. El miedo al desamor, que produce más dolor que el riesgo a envolverse en una historia sin proyecto cierto. Finalmente, pone en evidencia la universalización de una experiencia social como el exilio, que hace nacer una nueva identidad: la latinoamericana. Una identidad que hermana en el dolor, en la soledad, en la esperanza, pero –sobre todo– en la solidaridad.
1) Paul Ricœur (Valence, 27 de febrero de 1913 - Châtenay Malabry, 20 de mayo de 2005), filósofo y antropólogo francés conocido por su intento de combinar la descripción fenomenológica con la interpretación hermenéutica.
2) Emmanuel Levinas es, para muchos, uno de los más grandes pensadores del siglo XX. Levinas ha permitido la difusión de la fenomenología alemana en Francia. A ejemplo de Paul Ricoeur, Levinas ha consagrado su vida y su obra a la reconstrucción del pensamiento ético después de la Segunda Guerra Mundial. Natural de Lituania desarrollo su trabajo en Francia.------------------Patricia Parga: * Periodista latinoamericana avecindada en Bélgica.
En 1980 Fernández gana dos concursos de narrativa en español, uno en Bélgica y otro en Alemania, con su cuento: Recuerdos de mañana. En 1981, conjuntamente con otros escritores da a conocer el poemario Sur, publicado por Mataró, Barcelona, España. En 1983, forma parte del grupo Identité. Compagina una Antología de poetas y pintores latinoamericanos en exilio, Ediciones de L'Arbre à Paroles (1984). Desde 1993, se dedica a la investigación sobre literatura hispanoamericana y a la animación de talleres literarios de escritura. En la actualidad dirige el taller La Marmita, del que fue fundadora. Sus alumnos –casi una centena– son mayoritariamente de origen hispanoamericano.
Ana Fernández viajará a la Argentina para la presentación oficial de Fragmentos de una memoria y estará presente en la Feria del Libro de Buenos Aires el 4 de mayo. La obra se ha comenzado a distribuir en librerías de la Capital Federal argentina y ciudades del conurbano bonaerense.



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